A mi madre que sabía a sal de Torrevieja y olía a Mar Mediterráneo
Primero de Septiembre de 2012
A mi madre, que sabía a sal de Torrevieja y olía a Mar Mediterráneo
Reconocer “las tristezas de algunas verdades” cuando el tiempo, dueño y señor de todo lo vivo, corta la vida de un ser querido (como es el caso de mi madre el pasado 27 de Agosto) rodeada de los suyos a los 96 años y 10 meses, es una realidad dura para la mente emocional pero gratificante para la mente lógica que comprende la suerte de haberla disfrutado con buena salud durante tantos años.
¡Guíame de lo irreal a lo real, de la oscuridad a la luz, y de la muerte a la inmortalidad! (Brihadaranyaha Upanishad)
Miro en el momento de escribir estas letras el mar, y veo alejarse una vela blanca en el horizonte; tal vez como hizo ella el pasado día 27 a las dos y media de la tarde, mientras el verano caluroso se extinguía ya para transformarse en otoño. Nubes blancas y oscuras se ven estos días en el firmamento, en esta tierra tan sedienta de agua. ¿Hacia dónde se alejará el barco? ¿A buscar quizás las tormentas donde encuentre el frescor de la paz?
Siempre me he sentido afortunado de ser su hijo; su primer hijo.
Y de haber recorrido con ella, nadando, tantos acantilados azules.
El agua del mar, bajo el cielo azul, era su terreno natural; por eso espero y deseo ¡que en el cielo haya mar! q. e. p. d.
Que bonito texto para la abuela.
Mujer avanzada a su tiempo, inteligente, culta, disciplinada pero también humana, tremendamente humana.
Cuanto la echo de menos!
Muy bello articulo, un cordial saludo.
Sí, es un orgullo para mí que haya escrito por primera vez en esta Tribunajirafa, mi hijo Valentín; y parece, que no se le da mal. Si Él quiere, será mi relevo. ¡Gracias Gerardo!