NUESTRA PROFESIÓN
La reciente “ola de despidos” que se está produciendo en Hefame tras las elecciones generales están dejando un malestar notable entre socios (que no comprenden lo que ocurre) y muchos trabajadores, que sienten miedo.
Con motivo de nuestra Constitución que acabamos de celebrar, y por haber tenido la suerte de nacer en el seno de una farmacia rural, no puedo olvidar, cómo se constituyeron las treinta dos Cooperativas de capital farmacéutico en España: La necesidad, de alcanzar una autonomía que nos permitiese ser independientes para poder comprar todas las clases de medicamentos que se fabricaban.
El sentido común, afloró en unos pocos, que convencieron a otros compañeros, a pesar del miedo a las represalias por parte de la poderosa industria farmacéutica asentada en nuestro País. La necesidad (sobre todo de los más alejados de las capitales), y la solidaridad de muchos compañeros, hicieron moverse al colectivo, creándose (como no podía ser de otra forma) en Madrid y Barcelona las dos primeras: Cofares y Federació. Después surgieron las demás hasta tener hoy, treinta y dos cooperativas de capital farmacéutico en España, que dan servicio a todas las farmacias del territorio nacional, sin apenas faltas ni retrasos.
En mi Levante español, surgió la Hermandad Farmacéutica Murciana, gracias sobre todo a Pepe Ruiz Seiquer (al que entrevisté hace unos años) y un grupo de compañeros (algunos ya fallecidos) que derrocharon fuerzas y altruismo, como me consta, y que fue creciendo paulatinamente, para dar un “estirón” (gracias a Paco Vicente Ortega, Luis Egea, Rabadán, Peñalver, y otros compañeros que nunca deberíamos olvidar, como los presidentes colegiales de Alicante y Murcia de aquélla época: Agatángelo Soler y Domingo de la Villa respectivamente). Gracias a ellos y a muchos más que aunque no los cite, no por ello los olvido, y siempre que pueda los recordaré con agradecimiento por lo que fundaron, porque gracias a sus hechos, hoy disfrutamos de poder comprar a nuestros almacenes prácticamente, todos los medicamentos y productos que necesitamos, sin tener que desplazarnos ni negociar cada uno condiciones diferentes, ni tener que sortear otras dificultades que nuestros antepasados sufrieron. Yo lo conozco bien, porque lo he visto y vivido en mi padre, mi tío, y otros farmacéuticos allegados.
Así pues, no sólo no deberíamos olvidar nuestros orígenes, sino respetarlos y contribuir con nuestras compras a esa distribución que tanto nos ha dado y que representa nuestra mayor fuerza para poder defender el modelo farmacéutico que todos queremos, del que vivimos y del que probablemente (si permanecemos unidos y bien guiados) vivan nuestros hijos.
No puedo terminar, sin mencionar a todos nuestros empleados (algunos han cumplido ahora cuarenta años en activo) tanto de nuestra Distribución como de nuestros Colegios, y que gracias a ellos, ha sido posible y estable, nuestro modelo de farmacia; por eso, deberíamos mostrarles, el máximo respeto y consideración.
A todos, los que hoy ocupan cargos de poder, los que les han otorgado esa confianza y los que aunque no se la hayan dado asumen sus dictámenes, y a nuestros directivos técnicos y trabajadores, os deseo en esa etapa de vacas flacas a la que no estamos acostumbrados, salud y tolerancia.
En la trayectoria de la vida y el oficio, hay que agradecer siempre a las primeras personas que nos abrieron los caminos para que hoy sean más fáciles y fructíferos.